Un mes antes de diagnosticarme las
metástasis, había decidido hacerme vegana.
El veganismo es una filosofía de
vida que se basa en no hacer daño a los animales. No sólo trata de estar en
contra de los abandonos de perros y gatos, de las corridas de toros y de
cualquier maltrato animal, sino de alimentarse de productos que no sean
animales (carne, pescado, huevos, leche, miel), intentad no usar productos que
hayan sido probados en animales, no comprar ropa u objetos de piel animal,
lana...
Llegar a este punto me llevó meses.
Leía cosas sobre cómo se trata a gallinas, pollitos, vacas, terneros, cerdos,
conejos... en los mataderos, cómo se arranca la piel a los visones para hacer
abrigos o cómo se experimenta con un mono para probar una crema facial.
Un día llegó a mí un vídeo (“Terrícolas”
- Earthlings) y después de verlo decidí que no podía volver a comer nada que
tuviera que ver con ese maltrato.
Consulté por Internet si este tipo
de alimentación era completa. Leí mucho, consulté estudios de asociaciones, me
añadí a grupo de veganos y decidí que era la mejor alimentación que podía tener.
Yo sé que cuando me leáis mucha
gente pensará que somos omnívoros, que hay que tomar leche para tener calcio,
pescado para tener Omega 3, carne porque sino no tenemos proteínas ya que los
vegetales apenas tienen, que los veganos a la larga tienen mala salud, pero lo
cierto es que es al contrario.
Cada vez más se publican estudios
de Organizaciones que nos dicen que hay que reducir la proteína animal o
incluso eliminarla, que la leche al contrario que lo que pensamos lo que hace
es dejar que se asimile el calcio, que no es tan sana ni tan necesario como nos
quieren hacer creer. Lo mismo ocurre con muchos pescados que están llenos de
mercurio y de otros metales o con la carne que tiene antibióticos que al final
acabamos tomando.
También las verduras, los frutos
secos, las frutas tienen pesticidas, por eso siempre que sea posible, es mejor
que sean ecológicas… Pero son muchísimas más sanas que cualquier alimento
animal.
Desde que me diagnosticaron las
metástasis, mi alimentación es 100% crudivegana (aunque a veces hago una
excepción, sobre todo cuando salimos y comemos o cenamos en algún restaurante).
La alimentación crudivegana se basa
en comer frutas, verduras, frutos secos y germinados, algas, crudos o cocinados
a no más de 42 grados (es decir, deshidratados). Con esto nos aseguramos que
tomamos la mayor cantidad de vitaminas, minerales y desintoxicamos y alcalinizamos el cuerpo
(porque la mayoría de las frutas y verduras son alcalinas).
Me resulta complicado ser
crudivegana. El objetivo de comer crudo es hacer que remita mi cáncer. Ni más
ni menos… No es algo que haga porque me apetezca.
Casi son 4 meses comiendo de esta
manera y mi sueño sería volver al veganismo, poder comer alimentos cocinados…
Porque eso sería señal de que estoy curada.
Pero… ¿Seguir esta alimentación
significa que voy a curarme? Ojalá tuviera respuesta. No lo sé… Sólo sé que
cuando me dieron la noticia de que iba a morir y me repuse, me dije a mi misma
que tenía que hacer cambios, y uno de ellos era este…
No es un invento mío. Hay
experiencias de gente que ha cambiado a esta alimentación y se ha curado de
cánceres terminales. Una de ellas es Odile Fernandez…
Cuando me diagnosticaron la
enfermedad me regalé su primer libro “Mis recetas anticáncer” y una vez todo
empeoró decidí hacer lo que ella había hecho para curarse (ella durante unos
meses fue crudivegana). Tenía que probar. No iba a quedarme de brazos cruzados.
Esta mujer se curó de varias metástasis
en sólo tres meses y lleva 5 años libre de cáncer. Sé que es un caso
excepcional, pero yo estoy dispuesta a serlo también… Yo también lucharé por curarme…