miércoles, 23 de diciembre de 2015

Receta de cocina crudivegana: Spaghettis de calabacín al pesto

¡¡¡Hola!!! Os traigo la primera receta crudivegana del blog... Se la dedico a mi amiga Luz. Especialmente para ti, que me la has pedido varias veces y se que te va a gustar. 



Se trata de unos spaghettis de calabacín con salsa pesto. 

La salsa pesto se hace tradicionalmente con queso parmesano y pecorino, pero como hablamos de un plato vegano, esos dos ingredientes vamos a obviarlos.

- PARA HACER LOS SPAGHETTIS:

Para que el calabacín se convierta en "spaguettis" yo tengo en casa este cortador que lo hace muy fino e imita la forma de ese tipo de pasta...


No es necesario que sea este mismo ya que seguro que en casa tenéis algo similar.

Tan sólo hay que lavar el calabacín (o calabacines, tened en cuenta que lo normal es un calabacín por persona) y pelarlo, si no queréis que se vea la parte verde en el plato y luego ponerlo en el cortador y hacerlo girar a golpe de muñeca.

- PARA HACER LA SALSA PESTO:

Ingredientes:

1) 50 grs de hoja de albahaca,
2) 4 cucharadas de piñones: Es lo que dice la receta pero en mi caso echo muchos más piñones.
3)  1/2 vaso de aceite oliva virgen extra.
4) Ajo al gusto: Conviene no pasarse porque si no estaré incomible. Yo prefiero probar con medio ajo y si nos quedamos cortos siempre se puede añadir.
5) Tomate seco rehidratado. No es un ingrediente propio de la receta, pero a mi me encanta y le da un sabor muy rico al plato.

Con un mortero machacar la albahaca, el ajo y los piñones y después añadir el aceite de oliva hasta que quede una salsa homogénea. Después cortar los tomates secos en trocitos e incorporar a la salsa.

Mezclar la salsa con los spaghettis y añadir si le hace falta más aceite. Para decorar y darle un valor más nutritivo al plato podemos añadir más piñones enteros.

Espero que os haya gustado esta receta.

viernes, 18 de diciembre de 2015

¿Por qué mi alimentación es crudivegana?

Un mes antes de diagnosticarme las metástasis, había decidido hacerme vegana.

El veganismo es una filosofía de vida que se basa en no hacer daño a los animales. No sólo trata de estar en contra de los abandonos de perros y gatos, de las corridas de toros y de cualquier maltrato animal, sino de alimentarse de productos que no sean animales (carne, pescado, huevos, leche, miel), intentad no usar productos que hayan sido probados en animales, no comprar ropa u objetos de piel animal, lana...

Llegar a este punto me llevó meses. Leía cosas sobre cómo se trata a gallinas, pollitos, vacas, terneros, cerdos, conejos... en los mataderos, cómo se arranca la piel a los visones para hacer abrigos o cómo se experimenta con un mono para probar una crema facial.

Un día llegó a mí un vídeo (“Terrícolas” - Earthlings) y después de verlo decidí que no podía volver a comer nada que tuviera que ver con ese maltrato.

Consulté por Internet si este tipo de alimentación era completa. Leí mucho, consulté estudios de asociaciones, me añadí a grupo de veganos y decidí que era la mejor alimentación que podía tener.

Yo sé que cuando me leáis mucha gente pensará que somos omnívoros, que hay que tomar leche para tener calcio, pescado para tener Omega 3, carne porque sino no tenemos proteínas ya que los vegetales apenas tienen, que los veganos a la larga tienen mala salud, pero lo cierto es que es al contrario.

Cada vez más se publican estudios de Organizaciones que nos dicen que hay que reducir la proteína animal o incluso eliminarla, que la leche al contrario que lo que pensamos lo que hace es dejar que se asimile el calcio, que no es tan sana ni tan necesario como nos quieren hacer creer. Lo mismo ocurre con muchos pescados que están llenos de mercurio y de otros metales o con la carne que tiene antibióticos que al final acabamos tomando.

También las verduras, los frutos secos, las frutas tienen pesticidas, por eso siempre que sea posible, es mejor que sean ecológicas… Pero son muchísimas más sanas que cualquier alimento animal.
Desde que me diagnosticaron las metástasis, mi alimentación es 100% crudivegana (aunque a veces hago una excepción, sobre todo cuando salimos y comemos o cenamos en algún restaurante).

La alimentación crudivegana se basa en comer frutas, verduras, frutos secos y germinados, algas, crudos o cocinados a no más de 42 grados (es decir, deshidratados). Con esto nos aseguramos que tomamos la mayor cantidad de vitaminas, minerales y  desintoxicamos y alcalinizamos el cuerpo (porque la mayoría de las frutas y verduras son alcalinas).

Me resulta complicado ser crudivegana. El objetivo de comer crudo es hacer que remita mi cáncer. Ni más ni menos…   No es algo que haga porque me apetezca.

Casi son 4 meses comiendo de esta manera y mi sueño sería volver al veganismo, poder comer alimentos cocinados… Porque eso sería señal de que estoy curada.

Pero… ¿Seguir esta alimentación significa que voy a curarme? Ojalá tuviera respuesta. No lo sé… Sólo sé que cuando me dieron la noticia de que iba a morir y me repuse, me dije a mi misma que tenía que hacer cambios, y uno de ellos era este…

No es un invento mío. Hay experiencias de gente que ha cambiado a esta alimentación y se ha curado de cánceres terminales. Una de ellas es Odile Fernandez…



Cuando me diagnosticaron la enfermedad me regalé su primer libro “Mis recetas anticáncer” y una vez todo empeoró decidí hacer lo que ella había hecho para curarse (ella durante unos meses fue crudivegana). Tenía que probar. No iba a quedarme de brazos cruzados.


Esta mujer se curó de varias metástasis en sólo tres meses y lleva 5 años libre de cáncer. Sé que es un caso excepcional, pero yo estoy dispuesta a serlo también… Yo también lucharé por curarme

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Y nuestras vidas se volvieron un caos…

Cuando te diagnostican una enfermedad de este tipo y si además no te informan como debieran, ya sea por la falta de profesionalidad del médico o bien porque, como en mi caso, faltaba tener resultados de la biopsia del pecho para saber de qué tipo de cáncer de mama hablábamos, todo se vuelve un caos. Tu universo se desmorona…

En nuestro caso, no fue un drama. Claro que mi marido y yo lloramos… pero las lágrimas duraron poco. Los dos somos muy prácticos así que en seguida nos pusimos en marcha para ver qué íbamos a hacer, si continuaríamos en el mismo hospital, si pediríamos una segunda opinión… Y lógicamente, nuestros móviles se pusieron a trabajar para llamar a todas las personas que queríamos, todas aquellas que estaban preocupadas. Tenían que saber la noticia…

En los primeros días se mezclaron muchos sentimientos. Por un lado, satisfacción por saber que estábamos rodeados de gente preocupada, que verdaderamente sentía la noticia, que nos acompañaría en este proceso. Por otro, ocurrió todo lo contrario, hubo gente que para ellos era como si no ocurriera nada. Sabías que a esas personas nuestro padecer no les cambiaría ni una milésima parte de su día a día.

Recuerdo haber bromeado con unos buenos amigos cuando les dije que lo positivo es que tendría unas “tetas nuevas”, que esto pasaría pero yo luciría escote. Puede parecer que no estás cercana a la realidad cuando dices eso, que no valoras lo que realmente significa esta situación, pero yo lo veo al contrario, y hasta ahora lo sigo haciendo así, me río de todas las cosas por las que paso o voy pasando…

El lunes 10 de julio volvimos al hospital. Nos vio el ginecólogo tras la espera de la biopsia de pecho. 

El resultado fue que mi cáncer de mama era un triple negativo. Este tipo es muy agresivo, muy rápido y suele tener bastante posibilidad de recaída, como ha sido mi caso. Es fácil que haga metástasis en órganos cercanos y es más normal en mujeres por debajo de los 40 años. Supone del 10 al 20% de los cánceres totales de mama. Vamos… Qué me había tocado el gordo de Navidad!!

Ya me dijo el doctor: “Es de difícil pronóstico, aunque a veces hay otros que resultan peores”. Además no tiene tratamiento para evitar las recidivas como los que son positivos a hormonas que si pueden tratarse.

Aparte de la mala noticia del tipo agresivo de cáncer que tenía, el doctor se empeñó en hacerme una biopsia del bulto de la axila en su propia consulta, ya que no habían sido capaces de hacerme nada más que un Paaf con aguja fina y no estaba muy convencido del resultado ya que parecía que ahí no había malignidad.

¡¡Y menuda carnicería!! A pesar de la anestesia, el doctor no conseguía coger el ganglio con los dedos. Se le escapaba una y otra vez, mientras intentaba cortar un trozo de tejido. Al final se acabó todo con una discusión entre la enfermera que decía que allí no había material necesario para biopsiar y el doctor que estaba la mar de enfadado porque no había conseguido su propósito…

Con esto último ya nos dimos cuenta que no estábamos en el lugar adecuado… Nos tocaba buscar otro lugar donde tratarme.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Mi primer diagnóstico. Cáncer de mama...


Hace años, cuando veía los anuncios de televisión del cáncer de mama donde a una mujer la diagnosticaban esta enfermedad, pensaba que nunca me pasaría eso a mi. Porque había dado el pecho más de dos años. Lactancia totalmente exclusiva. Mi hijo nunca ha conocido un biberón...

Pensé en que eso era casi como estar inmunizada, pero no era así...

A comienzos de verano del 2014 comencé a notarme varios bultos en el pecho. Al principio no le dí importancia. Recordaba que no hacía demasiados meses había pasado por una ecografía y una mamografía en la que la médico poco más que me había echado una bronca tremenda porque decía que muchas mujeres íbamos al ginecólogo pensando que cualquier bulto era cáncer, y que el ginecólogo abusaba de mandar pacientes para hacerse estas pruebas... Y sin embargo, algunas veces las pacientes con cáncer se pasaban por alto...

Pero esos bultos no parecían estar relacionados con el ciclo menstrual y aparte tenía uno bastante grande en la axila.

En esa temporada había adelgazado mucho, hacía mucho deporte y controlaba la alimentación y perdí mucha grasa en el pecho (que ya de por sí es pequeño) así que los bultos, sobre todo uno de ellos se veía claramente...

La ginecóloga al observarme el pecho me mandó una mamografía, en la cual ni se veían los bultos, por lo que ese mismo día me hicieron una ecografía. Al ecógrafo no debieron gustarle porque me mandó una resonancia...

Cuando tras la resonancia me llamaron para hacerme una biopsia de pecho y axila, yo seguía pensando que era posible que fuera un fibradenoma (que era lo que todo el mundo me decía) sin importancia que sólo hubiera que operar.

El 7 de julio de 2014, estábamos en la consulta mi marido y yo para recibir los resultados de la biopsia del pecho.

La ginecóloga levantó la mirada de la hoja con los resultados y dijo: "No tengo buenas noticias. Es un tumor maligno".

No recuerdo mucho más. Supongo que miles de preguntas se pelearían en nuestros cerebros en aquel momento.

La doctora nos dijo que por desgracia no había nadie de la Unidad de la mama para informarnos, así que tuvimos que pasar el fin de semana más largo de nuestras vidas hasta ese momento y volver el lunes siguiente...

martes, 8 de diciembre de 2015

El TAC de la esperanza


Nunca olvidaré este momento... El día 23 de noviembre, justo unos días después de mi cuarenta cumpleaños, mi marido y yo estábamos en la sala de espera de Oncología, como cada lunes.

Aparte de esperar para saber si esta semana podían ponerme el tratamiento, lo más importante, lo que hacía que nuestras piernas se movieran nerviosas era el resultado del TAC por el que pasé una semana antes.

No habíamos querido recogerlo del mostrador porque lo suyo es que fuera nuestra oncóloga, Elena, la que nos diera las noticias.

Estábamos esperanzados... Si en este tiempo mi respiración había mejorado mucho, tenía que verse algún retroceso del cáncer. Pero también cabía la posibilidad de que no sólo no estuviera funcionando la quimioterapia, sino todas esas cosas que hacía para curarme. Y... ¿si era así? ¿Qué íbamos a hacer? ¿Estaría todo perdido?

Parecía que nunca llegaba el momento de entrar. Maldita sea... ¿Por qué no sale ya nuestro número en pantalla?

Y por fin, salió... y casi no sabíamos cómo entrar en consulta, parecíamos dos patosos.

Cuando entré, sin llegar a sentarme, la doctora me dijo: "Pilar, felicidades". "¿Por qué doctora, está bien el TAC?" - le dije con lágrimas en la cara.

Nos contó que el derrame pleural había casi desaparecido y la linfangitis de los pulmones había retrocedido significativamente. De los huesos y el hígado no podían confirmar nada porque la anterior prueba era un PET TAC y no se usa contraste yodado, pero que por el avance en pulmones estaba claro que sería raro que siguiera todo igual.

Ese día no pudieron ponerme la quimio por falta de defensas pero estábamos tan felices con las noticias que nos dio igual.

Resta mucho por hacer pero me quedo con lo que dijo la oncóloga: "El avance es espectacular. No  todo el mundo consigue lo que tú has conseguido".

Pues eso, a seguir luchando...


sábado, 5 de diciembre de 2015

¡¡¡ Estos neutrófilos me tienen loca !!!


Estas cositas tan bonitas que hay en la foto de abajo son los neutrófilos, los glóbulos blancos más numerosos en nuestro cuerpo y los primeros que van a la infección cuando se produce.


Pues bien, yo llevo años con falta de ellos, es decir, lo que se conoce como "neutropenia".

En principio, descartando que pudiera ser producida esa falta por una enfermedad en sangre, una persona puede vivir con ese déficit. Se supone que te enfermas más, coge más gripes, más resfriados, pero en mi caso no ha sido así. En mi caso el problema ha sido que mi cuerpo no ha podido luchar contra el cáncer a falta de esas cositas diminutas...

Pero mis queridos neutrófilos me lo están poniendo difícil. Ya se portaron mal cuando comencé con las primeras quimios (recién diagnosticada la enfermedad). Menos la primera quimioterapia, todas las demás sesiones o se tuvieron que retrasar o bien tuve que ponerme factores de crecimiento (una medicación que fuerza a la médula a producirlos artificialmente).

Seguro que ya sabéis que la quimioterapia arrasa con todo y una de esas cosas son los neutrófilos.

Desde el diagnóstico de las metástasis, en cada nueva quimioterapia mi nivel de neutrófilos ha ido bajando progresivamente (y eso que estaba en unos niveles que ni yo me creía, ya os contaré por qué). Hemos tenido que retrasar algunas sesiones pero en la última consulta la doctora nos confirmó que empezaríamos con los factores de crecimiento... Así que me pincharon la inyección y al día siguiente, casi por arte de magia, tenía suficiente nivel de neutrófilos para tolerar otra sesión. Y así se hizo...

A los dos días comencé a sentirme mal y este lunes 30 de noviembre, ya estaba en urgencias del Hospital porque la fiebre era muy alta. Tras un análisis de sangre, nos dicen que mis amigos, los "neutros" estaban tan bajos que yo creo que entre ellos se saludaban.

Y aquí seguimos, entre estas cuatro pareces, deseando que me den el alta. 

Las defensas han subido pero me van a tener unos días más en observación.

Y hasta aquí mi relación de amor-odio con estas cositas que parecen perlas moradas...

En realidad tienen razón de quejarse, con el veneno que las estamos echando, como para no hacerlo....